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En 1850, Hermann Karstwen publicó el primer sumario de la geología de Venezuela central y oriental, en el Boletín de la Sociedad Geológica Alemana. Al año siguiente informó sobre un rezumadero de petróleo ubicado entre Escuque y Betijoque y en el año 1852, desde Barranquilla, Colombia, sobre los abundantes rezumaderos de petróleo diseminados alrededor del Lago de Maracaibo. En diversas publicaciones, variados autores, entre los que se cuentan Arístides Rojas, Adolfo Ernst, Miguel Tejera, el ingeniero y general Wescenlao Briceño Méndez, Wihelm Sievers, Bullman, Fortín, Eggers y Richardson y los informes del Ministerio de Fomento, contribuyeron decididamente al reconocimiento de la riqueza que atesora el subsuelo venezolano. Desde esos mismos momentos se inician las primeras concesiones y se le da comienzo, en una hacienda de café umbrosa y tranquila denominada “La Alquitrana”, la explotación comercial de nuestro petróleo.

Edwin Drake fue el primer perforador de un pozo petrolífero en Pensylvania, Estados Unidos en el año 1859.


El petróleo se descubrió en Venezuela en la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez. En 1911 comienza la primera y gran cacería petrolera en Venezuela, pero es en 1814 cuando se perforó el primer pozo en Mene Grande (Zulia) llamado Zumaque 1 y en 1917 se exportó el primer cargamento de petróleo venezolano con 21,194 toneladas. No es sino hasta el año de 1922, cuando el mundo conoció realmente la riqueza del subsuelo venezolano con el reventón del pozo Barroso 2 en el campo La Rosa, cerca de Cabimas (Zulia). Este pozo lanzó durante nueve días un chorro incontrolable de más de 100.000 barriles diarios de petróleo.

Venezuela
Hasta 1917, Venezuela era un país agrícola, de casi un millón de km2, cuya topografía ofrece 18 mil kms. de ríos navegables, una larga costa y mucha tierra para agricultura. Su población era de dos millones de habitantes y exportaba un millón de sacos de café y 20 mil toneladas de azúcar. La ubicación geográfica era buena, más cerca de New York y Europa que Tampico y con mucho petróleo. Ese año vino a explorar la “Venezuelan Oil Concessions”, filial de la Shell. En 1921, Juan Vicente Gómez, dictador desde 1908, recibió la visita de James de Rothschild, como padrino de la Shell y en  1922 la de agentes de la Standard Oil. El resultado fue una nueva ley de minería, con exención fiscal para la actividad petrolera, un 10% de impuesto a la exportación y un 7,5% de royalty al gobierno.
Venezuela reemplazó al agitado Mexico y comenzó a construir carreteras entre los campos petroleros. La fiebre amarilla, el paludismo y el alcohol hicieron estragos entre los obreros, pero para 1938 del país salían 2,7 millones de toneladas diarias – un décimo del total mundial- con destino a las refinerías de la Standard Oil en Aruba y de la Shell en Curaçao.
En diciembre de 1935 murió Gómez y asumió Eleazar López Contreras. Un nuevo Ministro de Hacienda, Alberto Adriani, inició cambios. Se exigió el pago de parte de los derechos en petróleo y la construcción de refinerías en suelo venezolano, para evitar la exportación de crudo a precios irrisorios, cobrar el impuesto sobre esa base y luego importar gasolina cara. Una ley obligo a las compañías a dar vivienda a los obreros de los campos petroleros. Poco después apareció muerto, a los 38 años, en Caracas, en su cuarto del Hotel Majestic, Alberto Adriani.

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