Desde hace décadas científicos de todo el mundo sueñan con reproducir en la Tierra la fusión nuclear, el mismo proceso físico que enciende las estrellas, nuestro Sol, y que arroja una cantidad de energía casi ilimitada. En lugar de 'partir' los átomos, como sucede en las centrales nucleares tradicionales, la fusión consiste en unir los átomos de deuterio y tritio, dos formas de hidrógeno relativamente fáciles de encontrar en nuestro planeta.
El reto, consiste también en demostrar su viabilidad técnica y comercial para abastecernos. De lograrse, los expertos en la materia lo presentan nada menos que como una solución universal frente a los problemas de abastecimiento energético. Una solución que lograría además acabar de un plumazo con los problemas medioambientales y de seguridad que implican los hidrocarburos, como el petróleo, o las actuales centrales nucleares, basadas en la fisión.
"La fusión utiliza tritio en lugar de uranio, un residuo con una vida media de 13 años, lejos de los 4,5 millones de años del uranio, con lo que su peligrosidad es mucho menor", precisa Manel Sanmartí, presidente del congreso y responsable del programa bFUS del Instituto de Investigación y Energía de Cataluña (IREC). "Además, la reacción se puede detener en cualquier momento", explica.
A PARTIR DE 2020
La primera piedra en el camino hacia el sueño dorado de la fusión nuclear la colocó el experimento Joint European Torus (Jet), situado cerca de Oxford, en el Reino Unido. El JET fue capaz de lograr la fusión en 1997, pero para hacerla posible necesitó consumir más energía de la que generó. No en vano hacen falta más de 150 millones de grados centígrados para hacer posible el proceso.
Según Sanmartí, "el gran problema tecnológico es cómo mantener estable la reacción".
Ahora todas las miradas están puestas en el Reactor Termonuclear Experimental Internacional, conocido como ITER (sus siglas en inglés). Se trata de un proyecto de gran complejidad técnica en el que participan Europa, Rusia, India, Estados Unidos, Japón, China y Corea, y que tiene por objetivo construir un enorme anillo magnético en el sur de Francia en el que se hará la reacción. "Pretende demostrar la viabilidad técnica de la fusión como fuente de energía sostenible y segura". Problemas económicos, técnicos y de gestión han retrasado este proyecto (que también es millonario, costará más de 10.000 millones de euros) y hoy ya se habla de fechas más allá de 2020.
No obstante, los científicos se muestran optimistas y en Barcelona debaten ya sobre el que será el siguiente paso: DEMO (DEMONstration Power Plant). "Será la primera planta de demostración comercial, capaz de arrojar la energía generada a nuestras redes eléctricas".
Mientras tanto, o mucho cambia la cosa, o seguiremos dependiendo del petróleo...
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